En el taller del pasado 27 de noviembre, Óscar Corominas destacó los aspectos fundamentales de una comunicación adecuada y eficaz. Efectivamente, sabemos que la comunicación no es fácil, porque exige un proceso y no siempre estamos seguros de que se cumpla.
Después de los impulsos externos, primer requisito para comunicarse, ¿cómo codificamos lo recibido? De esto dependerá totalmente el proceso comunicativo. Aunque sea importante el qué; también lo es, en igual o mayor medida, el cómo.
Óscar destacaba la idea de que la comunicación es nuestra herramienta fundamental. Frente a los animales, los humanos somos capaces de comunicarnos realmente, de una forma compleja y muy rica. Lo que es propio del hombre es muy importante, y por tanto se ha de tomar en serio.
Para comenzar, quien no sabe escuchar no sabe realmente comunicarse. Escuchar es saber salir de uno mismo para poder ponerse en la esfera del otro. Escuchar, apuntaba Óscar, significa tratar de salir de mi mismo cada día. Sin embargo, para todo eso, primero necesitamos ver al otro como un fin en sí mismo.
En este sentido, los prejuicios tienen un papel importante en cómo percibimos la realidad. Parte de la formulación que hacemos de nuestra propia realidad procede de nuestra comunicación; con el mundo, con nosotros mismos y con los demás. Así, los prejuicios que tengamos son un primer factor determinante que pueden decidir, ya desde el principio, por dónde o cómo va a ser tal o cual comunicación. Para comunicarnos realmente es esencial que sepamos distanciarnos de nuestras predisposiciones. El que piensa que se va a caer cada vez que se asoma por un balcón tiene muchas más probabilidades de caer que aquél que sabe distanciarse de esos miedos, esos prejuicios, esas predisposiciones… La comunicación también exige una mirada limpia para que sea posible el encuentro con el otro.
Lo que se ha de buscar, destacaba Óscar, es cómo hacer de todo lo que me rodea un motivo de interés. Sin embargo, si se queda sólo en interés es posible que aparezca la manipulación. El interés no deja de ser una manera en la que puedo manipular fácilmente los datos. El interés correcto es el destinado a estar con el otro, en compañía del otro queriéndolo verdaderamente. Nuestra vida puede convertirse fácilmente en un pasar “sistemático” (sin sentido ni hondura) por nuestra vida y la de los demás. Con paciencia, y acompasándonos al ritmo de los otros, les descubriremos verdaderamente, a ellos y a nosotros mismos.
Que exista la comunicación, tan rica en el ámbito humano, es un claro síntoma de la cantidad de cosas que tenemos que aportar a los demás. Que ellos aporten y que nosotros aportemos, porque necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros. Con este enfoque, se cumple verdaderamente una comunicación real y plena.
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